Claro que los niños
lloran
y los mayores
y los enamorados,
los desenamorados
y aquellos que
no saben en qué consiste el amor
y también cuando
todavía no han pensado en ello
y mi perro
y los peces, aunque
no se les note
y los vivos
y los muertos
y los vivos a sus
muertos
y los muertos a
sus vivos a su manera
y las madres y
los padres a sus hijos
y sus hijos, cuando
los recuerdan.
Claro que lloran
los que tienen algo
y los que no saben
lo que es tener algo,
y los nadie de
Galeano, por supuesto
y aquellos que
son algo, también lloran.
Lloramos, por la
mañana, durante la noche,
recién despertado,
recién soñando,
amamantando lloró
el niño y la madre en sus brazos,
antes de hacer
el amor, haciendo y después de hacerlo
porque llorar es poner el alma al aire,
expulsar en cristalinos
diminutos aquello
que ya no podemos
digerir en nuestro cuerpo.
Claro que lloro,
bienvenida sea esta lágrima a mi mundo,
aunque no tenga
mano que la recoja.
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