A veces, en
este juego que llamamos amor
es mejor no
dar, ni recibir,
si no, dejar
pasar las estaciones,
guarecerse de
las tormentas
y abrigarse de
la nieve,
a veces,
él, pasea
conmigo,
aunque descanse
contigo.
A veces,
consiste en recorrer a mordiscos tu boca,
en dejar la
puerta entreabierta,
en la misma
proporción que mis piernas,
en estar
dentro, para no estar fuera.
Esa soy yo,
cuando soy
capaz de andar cinco centímetros sobre el suelo
y tener sexo
con los sueños
y los sueños,
tener forma de cuerpo.
A veces una
brizna de aire mueve mi pelo,
no pienso que
sean tus dedos,
ya no creo en cuentos,
los escribo yo cuando quiero.