jueves, 23 de junio de 2016

A veces


A veces, en este juego que llamamos amor
es mejor no dar, ni recibir,
si no, dejar pasar las estaciones,
guarecerse de las tormentas
y abrigarse de la nieve,
a veces,
él, pasea conmigo,
aunque descanse contigo.
A veces, consiste en recorrer a mordiscos tu boca,
en dejar la puerta entreabierta,
en la misma proporción que mis piernas,
en estar dentro, para no estar fuera.
Esa soy yo,
cuando soy capaz de andar cinco centímetros sobre el suelo
y tener sexo con los sueños
y los sueños, tener forma de cuerpo.
A veces una brizna de aire mueve mi pelo,
no pienso que sean tus dedos,

ya no creo en cuentos, los escribo yo cuando quiero.

jueves, 16 de junio de 2016

Apenas queda oxigeno en esta Ciudad,
para los que quedamos,
siempre existe la posibilidad de escapar,
de salir corriendo,
hacia donde?,
si yo, lo que deseo es poder cruzar los puentes
que separan mi cuerpo del tuyo,
escalar debajo de las sábanas,
tus montañas, en invierno
y quedarme escondido en esa cueva que llama amor
y yo, siempre confundo, con un precipicio.
Lo mismo que te vas, te escapas,
te escondes y yo espero cada mañana,

con las manos abiertas y los ojos hundidos en la nada.

jueves, 9 de junio de 2016

Sobrevivo.


Sobrevivo pese a las ausencias,
                       las necesidades,
                       las adversidades,
porque sobrevivir es eso,
levantar piedras cada día en el camino,
arrinconar aquello que no necesito
y avanzar hasta que mi cuerpo diga, hemos llegado.
Sobrevivo,
                       apoyado en la tierra,
                       subido a una nube,
                       colgado de tus labios,
                       inclinado en tu costado,
y avanzo, hasta tus manos.
Sobrevivo,
                      al frio, a la lluvia, a las tormentas, al calor, al miedo.
Sobrevivo a las palabras,
cuando están escritas en un orden equivocado,
no intento ordenarlas, las dejo en esta tierra redonda,
por si al moverlas, caen rodando.
Sobreviviré el tiempo necesario,
que la primavera le dé, a mis almendros
y tus besos, a mis labios.


miércoles, 8 de junio de 2016

Soledad que aún te queda.


Los días se hacen largos
pero las ausencias son eternas,
me aterra del silencio, los ruidos
y de los ruidos, el silencio
y ahora que perdí mis alas, no podré volar
y lo único que persiste en mi cuerpo son escamas,
arrastradas por esta agua de mar,
salada, como las lágrimas de aquel, que dejó de amar.
Y es que el transcurrir de los días, consiste en eso
cambiar alas, por escamas
para conseguir sobrevivir de mis lágrimas.
Las noches en cambio son serenas, tranquilas,
mar en calma,
y solo, para navegar.
Hasta que ella se acerca y me pregunta que te ha dicho
y yo contesto, que no soy yo,

el destinatario de ese beso.