Tú me dices hola
y yo miro sólo,
tu boca,
con la pretensión
de desayunar a solas,
no ha llegado todavía
abril
pero tengo la primavera
en mis labios
y ya no sé si las
prioridades
son besarte,
quitarte la ropa,
o mantener callada
mi boca,
esperando que llegue
septiembre
y entonces, ocurra
aquello que tanto hablamos,
que la semilla
no hace crecer al árbol,
ni la tierra,
ni la lluvia,
ni el cuidado de
tus manos,
el árbol crece
con nuestras miradas
y cada estación
le cambia la cara.
Entonces vienes
otra vez y tú me dices hola
y yo, sólo puede decirte, adiós.
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