Cuando se
erizó tu piel
no fueron mis
labios, tampoco mis manos
fue aquel
viento de invierno,
el frio,
mantiene el sabor del silencio,
conserva al
pobre y al muerto,
hasta la
primavera que cuando todo crece,
yo, sin
embargo, sigo helado,
como animal
que soy de sangre fría, permanezco invernando,
esperando tus
labios.
Cuando cambio
de color tu piel,
fue la Luna,
ella salía, tú te escondías,
tú, salías y
ella te perseguía,
como los niños
en el patio del colegio,
solo que ahora
el patio se ha convertido en un mundo de sueños.
Cuando tu piel
se apoderó del mundo,
yo me compré un
plano,
para descifrar
aquellos callejones olvidados,
donde escondíamos
los abrazos,
donde soñábamos
que algún día seríamos mayores,
pero no tanto.
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