Me duelen las
ausencias, que no volveré a ver
y las
presencias que veo, también me duelen,
me duelen lo
ojos
y la manos de
tanto consuelo
y en esos días
tristes,
apareces tú,
diez
centímetros sobre el suelo
como si
tuviera que cogerte,
para evitar tu
caída,
como lluvia
que acaricia los cristales
como silencio
que aún queda
como ruido en
las paredes
y yo me quedo
y tú no estas
y la puerta se
cierra
y nos quedamos
solos, yo y yo,
pero esta vez
es distinto
a los
desamores hay que abrirles la ventana
para que el
primer viento de mayo los recoja
bien lejos,
para olvidarse
y reconstruir
las paredes
volver a
pintar la casa,
quitar los
muebles
y no recordar
las fotos
y sin mirar
atrás, hay que empezar
a mirar hacia
adelante,
porque las
pesadillas duran una noche
cuando te
despiertas abajo en la puerta está la vida
y arriba ya
hemos cambiado los colores.
Al desamor hay
que ponerle música
y pedir un
baile,
tomar unas cañas,
hasta poner boca abajo la barra
y tumbado en ellas
mirar cómo juegan las estrellas.
Contra el desamor
no hay pastillas,
la cura está en
dibujar una sonrisa.
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