Los días se
hacen largos
pero las
ausencias son eternas,
me aterra del
silencio, los ruidos
y de los
ruidos, el silencio
y ahora que perdí
mis alas, no podré volar
y lo único que
persiste en mi cuerpo son escamas,
arrastradas por
esta agua de mar,
salada, como
las lágrimas de aquel, que dejó de amar.
Y es que el
transcurrir de los días, consiste en eso
cambiar alas,
por escamas
para conseguir
sobrevivir de mis lágrimas.
Las noches en
cambio son serenas, tranquilas,
mar en calma,
y solo, para
navegar.
Hasta que ella
se acerca y me pregunta que te ha dicho
y yo contesto,
que no soy yo,
el destinatario
de ese beso.
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