miércoles, 8 de junio de 2016

Soledad que aún te queda.


Los días se hacen largos
pero las ausencias son eternas,
me aterra del silencio, los ruidos
y de los ruidos, el silencio
y ahora que perdí mis alas, no podré volar
y lo único que persiste en mi cuerpo son escamas,
arrastradas por esta agua de mar,
salada, como las lágrimas de aquel, que dejó de amar.
Y es que el transcurrir de los días, consiste en eso
cambiar alas, por escamas
para conseguir sobrevivir de mis lágrimas.
Las noches en cambio son serenas, tranquilas,
mar en calma,
y solo, para navegar.
Hasta que ella se acerca y me pregunta que te ha dicho
y yo contesto, que no soy yo,

el destinatario de ese beso.

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