Sabía que vendrías esta tarde
y tú, sabias que yo estaría,
llegas sin avisar,
ya sabías que tenía mi pecho boca arriba y abierto,
yo, quería llenarlo de monedas,
tú, ser mi dueño durante media hora,
tú, me decías amor
y yo, miraba el reloj.
Mi felicidad era cuando todo terminaba,
la tuya, la tenías dibujada en la cara cuando
entrabas,
después, sólo quedaba del cigarrillo, la ceniza,
de las miradas, las pestañas caídas,
y a mí, el pan de los niños, para levantar su
sonrisa.
Cuando la crisis me hizo puta,
quedé complacida,
más que algunas que miran detrás de la sonrisa
y algunas que sospechan y creen en las dudas,
tenia de compañía los amantes de mis amigas
y mis amigas, pensando que tenían su amor todavía.
Cuando la crisis me hizo puta,
tenía mi mesita y mi botella de tequila,
las risas enormes de la vida
y la hipocresía del Obispo que venía,
después de repartir la Eucaristía,
las hostias las guardaba en el cajón de las
melancolías
y cuando aparecía el día,
volvía a casa, para repartir el desayuno y acaricias,
después de recorrer el sexo de las estrellas,
aunque no existieran las risas.
Cuando la crisis me hizo puta,
me reí un poco más de la vida.
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