Descúbreme de
entre la tierra de estas trincheras,
en la que has
convertido mi habitación,
abre los
ventanales y deja el polvo que lleve su recorrido natural
que vuele allá
donde yo no llegaré jamás
y déjalo que
vuelva a la tierra donde nací.
Recoge los
restos con tus manos y deposítalos en aquel jardín
donde las
amapolas eran azules,
los besos
tenían sabor de vainilla
y el olor
procedía del silencio.
En un tiempo
hubo paz
sábanas
limpias, recién planchadas
y comida
caliente
existieron los besos y también los sueños
existieron
oasis entre desiertos y calma entre tormentas
ahora son
trincheras cubiertas de tierra,
corazones
sepultados, por una sepulturera vestida de violeta,
sin derecho al
descanso de los cuerpos viejos.
Descúbreme la
verdad que soporto entre mis dientes,
como azufre
que incendia mis encías
y toda palabra
que sale por mi boca, estalla como la pólvora seca.
Sofócame el
incendio de esta boca,
sólo con tu
boca.
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