A los besos, les
pusimos comas.
A los abrazos
espacios.
Los ojos, iban
acentuados.
Los puntos y
como, eran para los engaños.
Los puntos y
seguidos, cuando no terminábamos.
Punto y
aparte, cuando estábamos a la espera del desastre.
Punto y final,
cuando decías, adiós al levantarte.
Las frases,
las dejábamos quietas,
Conforme
éramos capaces de pronunciarlas.
Nuestras
reglas de ortografía,
Se regían, por
el trazo, que dejaba el corazón en la piel.
En este punto,
Si tuviera la suerte,
Que tú, cometieras
un error
Y yo, un acierto,
Tendríamos los
corazones, empatados a cero.
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