102. Respiro,
porque te amo.
No
tengo ganas de respirar
Y
sin embargo, respiro.
Porque
es innato, voluntario,
Automático,
sin esfuerzo, sin motivación.
Te
amo, por la misma razón o causa.
Por
el mismo sentido,
Por
el mismo lado,
Por
el mismo costado,
Por
las mañanas,
Por
las noches,
Con
la lluvia,
Con
la nieve,
Con
el viento,
Con
el frio,
Con
el calor,
Con
los ojos,
Con
la boca,
Con
el corazón,
Con
las manos,
Con
los dedos,
Con
todo aquello que imagino,
Con
todo aquello que pienso, que existe
Inclusive
hasta en lo que invente.
Respiro,
porque te amo.
103. Mi escuela.
Ojalá
volvieran a mi recuerdo,
Los
olores del patio de mi escuela.
Las
caras, de los que éramos, pequeños niños
Los
grandes cuerpos, de nuestros maestros,
Nosotros
luchando contra molinos de viento.
Ojalá
volvieran a mi recuerdo,
Los
años niños y los años viejos,
Para
jugar entre ellos, las tardes de invierno
Sorteando
el tiempo, la amistad y el miedo
Y
con un aire rápido, frio, levantar la mirada y ver el cielo.
Ojalá
volvieran, despacio, lo sueños
De
los recreos cortos, los almuerzos escasos y
Los
balones en medio, de las gomas de juego.
Ojalá
volvieran,
El
olor de la cola, en los libros de texto
Las
ralladuras de goma,
Los
lápices mordidos,
Y
los borrones, como parte de los libros
Ojalá
volvieran,
Los
amigos que ya no salieron de mi escuela.
104. Silencio.
El
silencio, calmó mi ansiedad.
Relajó
mis músculos, y no sólo, el habla.
Acarició mi corazón, con las nubes bajas
Limpió
la lluvia, mi cara.
Este
silencio, puso tregua a las palabras.
Las
dejó dormidas, entre mis labios,
Esperando
un beso tuyo, para rescatarlas.
Este
silencio dejó, el lago helado
Para
intentar cruzarlo despacio.
Este
silencio, duró mucho, se hizo largo
Dejando
sus huellas por allá, donde iba caminando.
105.
Que necesitan mis años?.
¿Necesitas,
escuchar un te quiero de mi boca?
¿Tengo
que escribirte, unas letras?
No
lo sientes, en mi cuerpo
No
se aprecia, en mi cara
En
el color, de mis ojos,
En
el olor, de mi piel,
En
el aire, que nos transpira,
En
las luces, que nos ilumina,
En
mis suspiros, cuando respiras,
En
mis risas, cuando me miras,
En
mis silencios, cuando dormitas,
En
mi piel, que se eriza, a tu paso despacio,
En
mis labios, cerrados a tus sueños,
En
mi boca, abierta, ante la tuya.
Tienes
que verlo más claro.
No
lo ves reflejado en el espejo,
En
el pasillo de la casa, cuando juego
En
la cocina, entre las ollas y el fuego.
Acaso
en la cama, cuando desnuda me acerco
A
tu oído abierto y te susurro hasta luego
Y
tú, imperceptible contestas:
–me duermo.
Acaso
no te seducen de mí ya, los años
Y
yo, sigo siendo adolescente, entre humeantes cuerpos humanos,
Rescatados
de las cenizas, de nuestros volcanes eternos.
Necesitas,
algún imaginario destello.
Yo,
no necesito nada, sólo mi viejo cuerpo
Y
mi nuevo, cerebro.
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