Aquí
lloran, los que ganan, los que pierden
Aquí
lloran, los que aman, los que desaman
Aquí
lloran, los que se divierten, los que sufren
Aquí
lloran, los que dicen la verdad, los que mienten
Aquí
lloran, los niños, los vivos.
Callan
los muertos, en su caja de madera y
Se
silencia a la mañana, con el humo de la guerra
El
ruido de la miseria humana
Embotellada
como doctrina autoritaria
Vendidas
en la esquina de la calle, como decisión mayoritaria
Vuelan
las cabezas desangradas
Y
se quedan quietas, las que montan las armas
Las
que deciden, arriba, abajo, izquierda o derecha
Las
que definen el objetivo en su catalejo de plata
Las
que descifran, la desfachatez humana.
En
la ladera izquierda de mi cuerpo
Tengo
la herida que dejó el tiempo
Que
fui cavando poco a poco, como en mi viejo huerto
Que
fui regando con las lágrimas, que traía el viento negro.
Silenciamos
a los muertos
Por
si todavía tienen algo que contarnos
Por
si se les ocurre volver y enseñarnos el pasado.
Y
esta historia, me deja la herida abierta
Sin
sangre que brotar, ya desangré de pena
Ya
de pena, perdí el alma
Y
el alma, la entregué a la guerra.
Aquí
lloramos, por llorar, hasta lloran las hogueras
Que
su fuego entregan a la tierra
Para
confundir al enemigo y calentar la miseria.
Aquí
nos quedamos, contando las historias
Sin
mover una piedra, para cambiar las formas, las maneras.
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