Una mañana no
amanecerá
la sonrisa de
tus labios,
asomada al precipicio
de una taza de café,
el azúcar no endulzará
tus ojos,
la leche no
pintará de blanco las paredes
y la
cucharilla no jugará entre tus dedos y tus sueños
y aquella
servilleta,
no servirá
para recoger los despojos de la lucha,
porque una
mañana no amanecerá,
café para dos
y las tostadas
se quedarán en la nevera
y tú necesitas
tiempo
y a mí me
sobra miedo
como a la fruta,
el hielo
y vago lentamente
como los caracoles
escondidos en
su concha
que
últimamente se ha convertido en mi oficio.
Antes teníamos
el equilibrio perfecto
para ejercitar
piruetas encima de nuestros besos
ahora me queda
morir con la pena
de saber que
no hay nada.
Una mañana no
amanecerá
café sobre
taza
taza vacía
y la mirada
perdida
quien sabe
donde
o detrás de aquel
sobre de azúcar
que siempre decía:
Como todo en tu
vida.
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