jueves, 23 de marzo de 2017

Café para dos, sin ser dos.


Una mañana no amanecerá
la sonrisa de tus labios,
asomada al precipicio de una taza de café,
el azúcar no endulzará tus ojos,
la leche no pintará de blanco las paredes
y la cucharilla no jugará entre tus dedos y tus sueños
y aquella servilleta,
no servirá para recoger los despojos de la lucha,
porque una mañana no amanecerá,
café para dos
y las tostadas se quedarán en la nevera
y tú necesitas tiempo
y a mí me sobra miedo
como a la fruta, el hielo
y vago lentamente como los caracoles
escondidos en su concha
que últimamente se ha convertido en mi oficio.
Antes teníamos el equilibrio perfecto
para ejercitar piruetas encima de nuestros besos
ahora me queda morir con la pena
de saber que no hay nada.
Una mañana no amanecerá
café sobre taza
taza vacía
y la mirada perdida
quien sabe donde
o detrás de aquel sobre de azúcar
que siempre decía:
Como todo en tu vida.







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