Estudié el
silencio, con la misma pulcritud,
que observaba
tu cuerpo
al final quedé
sordo.
Si pudiera
encontrar del amor, su secreto
el veneno que
inyectó hace tiempo,
el olor de la
ropa en invierno
el sudor del
verano entre mis venas.
Intenté hacer todo
para combatir la tristeza,
cuando había lágrimas,
las conjugaba,
en los llantos
rotos, del silencio de los cuerpos muertos,
la pena en la misma
vena,
el aburrimiento
de las paredes vacías,
los cuentos de
final triste, si es que existían cuentos.
Intenté,
bailar sin música.
Intenté,
cambiar el calendario,
empezar en primavera
y terminar en verano,
dejar en la inexistencia
los meses helados.
Intenté, suprimir
las palabras necias,
las letras dejarlas
bien juntas,
como la espuma
a sus olas.
Intenté dejar todos
los días la puerta abierta
pero ahora, se
ha roto la puerta que da entrada al alma,
la ventana que
acariciaba las sábanas.
Se ha roto la mesita,
donde apoyábamos la cabeza.
Se han roto los
sueños de madrugada,
aunque intentábamos
taparlos con mantas.
Se han roto los
cuentos que nos contábamos solos.
Estudié el silencio,
pero no escuché
su lamento.
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