Ahora que mi ciudad
se ha quedado vacía,
vienes a visitarme.
Tienes, todos los
semáforos en verde,
las aceras limpias,
hasta de aire.
Tienes, mis ojos tristes
y mi habitación, llena
de tu perfume
de la última vez que
viniste.
Están, los andenes
vacios,
los trenes, repletos
de caras frías,
siguen existiendo,
las zancadillas de la vida,
sin héroes que liberarme,
de tus besos.
Te pondré extendida,
la alfombra de la vida,
para pasear en ella,
hasta que cambien
los semáforos a rojo
y en rojo, esperaremos
para empezar desde cero.
No puedo tener,
una boca sin labios,
unos labios sin besos
y unos besos, sin
otra boca,
que no sea la tuya,
cuando vengas a la
ciudad.
Al final del día,
todavía me quedará,
el sabor de tu labios.
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