A mi mendigo de casa.
No me molestan
los insultos de mi mendigo, cuando esta borracho.
Ni sus heces,
Ni su orín,
Ni su ropa
vieja,
Ni sus dientes
escasos,
Ni su aliento,
Ni su pelo
embarrado,
Y su barba
sucia, anudada.
No me molestan
sus lamentos,
Ni su
tetra-brik de vino en la mano.
No me molesta,
que no me salude
Y que me mire,
rastreándome mi cara,
En busca de
algo, que pueda ofrecerle.
Si me molesta,
que cierren su casa,
Ese cajero,
por el cual no pagaba.
Si me molesta,
cuando la gente se aparta,
A caso, no soy
yo, en ocasiones, mendigo en mi casa.
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